Respondiendo a las preguntas planteadas por UPEU Especialización
¿Hacen bien los gobiernos de
turno en privilegiar la minería por encima de otras actividades económicas?
Al respecto, no se trata
de considerar si hacen bien o mal los gobiernos en privilegiar la minería con
respecto a las demás actividades que pueden ser tomadas como prioridad con
respecto a la extracción minera, sino la salida consiste fundamentalmente
en promover una minería limpia, como ya
había planteado el científico Antonio Brack, mucho antes de ser ministro de
Ambiente. El Estado, a través de los sucesivos gobiernos, por política
nacional, contando como instrumento la legislación vigente, tiene la responsabilidad de garantizar que
las empresas mineras concesionarias
realicen una minería responsable. Realizar una minería responsable pasa
necesariamente en invertir en la
conservación del medio, con todas las previsiones del caso que ello exige. Para
lograr este propósito se tiene que
consignar claramente y con carácter vinculante las condiciones de explotación
al momento de firmar el contrato de concesión. De ahí en adelante
supervisar de manera efectiva sus operaciones a través de organismos creados
para dicho fin. Pero lamentablemente los gobiernos se muestran displicentes y hasta cierto punto condescendientes con los daños irreparables
que están causando las empresas mineras a la naturaleza y sus recursos, con el
argumento de atraer las inversiones
privadas y con el ya trillado, casi en desuso, discurso de que hay que tratar
bien a las empresas que apuestan por nuestro país en caso contario se producirá
una fuga de capitales e inversiones, afectando el empleo y la generación de
divisas para el fisco, así como el canon
y regalías para las regiones.
Por otro lado no sería
posible renunciar por completo a esta actividad. La minería genera, según los
datos de los entendidos en la materia unos 400 mil empleos y un 60 % de las
divisas del país, es una actividad de enorme importancia para el desarrollo
económico del país. Entonces, estamos
invitados a pronunciarnos en favor de
una minería sostenida, dando oídos sordos, pero críticos, frente a las
posiciones exclusivamente ecologistas y economicistas, respectivamente.
¿Son
mayores los beneficios frente a los perjuicios que deja la minería?
Por los argumentos
esgrimidos en la respuesta anterior, la minería genera divisas para el fisco,
canon y regalías parta las regiones. Genera
una importante oferta de empleos, sea directa como indirectamente. Sin
embargo es preciso argumentar que las bondades de la minería contribuyen al
crecimiento económico en su nivel macro, pero que no se traduce en desarrollo
integral que beneficie a los ciudadanos de a pie, principalmente a la población
vulnerable.
Los perjuicios que causa
la minería al medio ambiente son obviamente irreparables a mediano plazo. Las
poblaciones que viven de sus actividades tradicionales se ven perjudicadas sin
duda alguna, pues los ingresos que pudieron
haberles permitido los empleos generados por la ella se esfuman tan rápidamente y se ven obligados
a retomar sus actividades de costumbre y se encuentran con la dificultad que
sus tierras ya no son productivas, sus animales han perecido y su agua se ha
contaminado. Es decir, si miramos desde este ángulo de observación, los
beneficios de la minería son mucho menores que los perjuicios que provocan.
¿Qué
opinión le merece la reacción de los pueblos frente a la minería?
Todo
pueblo tiene el derecho de defender su medio y sus recursos, por que de ellos
viven, de ellos han vivido sus ancestros y de ellos vivirán sus descendiente.
La minería no es eterna, en algún momento dejará de operar por agotamiento de
los metales y dejando una secuela muy lamentable traducida en suelos
infértiles, sin vegetación, sin agua limpia, es decir, sin posibilidad de
ofrecer a los pueblos a seguir desarrollándose con dignidad. Desde este punto
de vista, la reacción adversa de estos pueblos a la inversión y operación
minera está justificada. Por eso la única manera que los pueblos respondan
positivamente a esta actividad es que el Estado no solo promueva y facilite a diestra y siniestra las
inversiones y operaciones mineras sino
que garantice que aquellas se desarrollen apuntando hacia una minería limpia de la cual ya hacía referencia
Antonio Brack, como resultado de sus investigaciones en el campo de la
ecología.
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